Pero, ¿qué nos llevaremos de la vida?
Ni dinero, ni honor, ni refugio, que es caro,
ni lo que apreciamos como la niña de nuestros ojos.
Todo lo que con la muerte quedará en nosotros para siempre,
Lo regalamos, gratuitamente, desde el alma,
Ingenuamente, infantilmente, un poco descuidadamente,
Quitándonos sólo la quintaesencia del amor.
¡Y Vera! Creo que Dios nos ama,
Y nos cuida en cada momento,
Y cada buen paso que demos no será olvidado,
Lo que hemos sufrido como recompensa se nos dará.
No hay nada que nos pertenezca
- Así como vinimos desnudos, así nos iremos.
Siempre tenemos poco, poco, poco dinero...
¿Pero quién se acordará de nosotros si morimos de repente?
¿De quién será el corazón que temblará al separarse de nosotros?
¿En quién seguiremos viviendo, amando con todo nuestro corazón?
¿Quiénes somos, a quién amamos sin arrepentirnos?
¿A quién se entregaron en sacrificio?
La eternidad necesita amor y fe en nosotros,
la capacidad de perdonar y dar.
Así que amemos sin mirar, con valentía.
Después de todo, ¡no perderemos el amor en la muerte!”
(de la novela basada en la vida real “The Wanderer” (misterio)
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